Revista de filosofía

Variaciones al abecedario de Gilles Deleuze

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(Notas para un 18 de enero)

SIMON VOUET, “APOLO Y LAS MUSAS” (1640)

SIMON VOUET, “APOLO Y LAS MUSAS” (1640)

 

Pero tal vez un día el siglo será deleuziano.

Michel Foucault

Resumen

Entre 1988 y 1989 Deleuze realiza su testamento filosófico: El abecedario. Concebido en formato de entrevista, El abecedario es un ejercicio en el que se hace un montaje conceptual del rizoma deleuziano para tratar con la cuestión primordial para Deleuze: ¿qué es la filosofía? Cuestión que se aborda a partir de tres movimientos: el primer movimiento trata la cuestión desde la historia de la filosofía y los trabajos monográficos de Deleuze. El segundo movimiento aproxima a la filosofía a otras formas de pensamiento por medio de un encuentro con la cultura en general y el arte en particular, especialmente con la música y la pintura. Finalmente, el tercero es un movimiento experimental en el que la filosofía abandona los universales para trabajar con singularidades

Palabras clave: acontecimiento, deseo, multiplicidad, nomadismo, resistencia, sensación

 

Abstract

Between 1988 and 1989, Deleuze carries out his philosophical will: From A to Z. Conceived as a series of interviews, From A to Z is an exercise in which a conceptual set up of the deleuzian rhizome is fulfilled to address the most fundamental matter for Deleuze: what is philosophy? Three movements approach the matter: the first movement deals with the history of philosophy and Deleuze’s monographic studies of other thinkers. The second movement brings philosophy closer to other forms of thought through an encounter between philosophy and culture in general, and art in specific, especially music and painting. The third movement is one of experimental outcome in which philosophy abandons universals for singularities.

Keywords: event, desire, multiplicity, nomadism, resistance, sensation

 

I

Entre 1988 y 1989 Deleuze realiza lo que será su testamento filosófico El abecedario de Gilles Deleuze.[1] Concebido en formato de entrevista, El abecedario es un ejercicio que plasma el pensamiento en serie, un montaje conceptual en donde Claire Parnet interroga al filósofo sobre los conceptos e ideas que componen su entramado de pensamiento: el rizoma deleuziano. La conversación se desarrolla a partir del planteamiento de cuestiones (Question)[2] organizadas de manera alfabética, componiendo un entramado de pensamientos en donde cada concepto es un fractal que se conecta a otro dejando una fisura, un espacio entre.

Para Deleuze, el problema, la cuestión fundamental es: ¿qué es la filosofía? La filosofía es creación de conceptos. Un concepto es inseparable de los perceptos y los afectos, siendo un ensamble de perceptos, afectos e ideas. Crear un concepto es una operación de trazado de un plano de inmanencia/consistencia sobre el caos, es la creación de un bloque de pensamiento, una máquina de experimentación que es una máquina de guerra; de la misma manera, la música creará bloques sonoros; el cine, bloques de movimiento/duración; la pintura, bloques de líneas y colores; y la literatura (littérature),[3] bloques de sensación como expresión de Ideas (I).

Gilles Deleuze junto a Claire Parnet, su entrevistadora

Gilles Deleuze junto a Claire Parnet, su entrevistadora

El primer movimiento del trayecto que el pensamiento deleuziano hace para responder a la cuestión —¿qué es la filosofía?— es la aproximación, los primeros planos a la historia (Histoire)[4] de la filosofía, de ahí sus trabajos monográficos, sus retratos de pensadores como Nietzsche, Kant,[5] Spinoza, Bergson y Hume. Para Deleuze, hacer historia de la filosofía implica un arte del retrato, hacer un retrato espiritual, plasmar el pensamiento, darle materialidad, hacerlo visible, captar el color filosófico de los conceptos, sus matices, sus líneas, sus juegos de luz y sombra, pero también sus figuras y composición, sus tonos y sus ritmos, sus relieves y texturas y cómo operan en un ensamblaje intensivo. De esta manera, la letra “C”, más que cultura, expresa la tarea de la filosofía como creación o invención de conceptos, pero esta creación no surge de la nada, pues supone un trabajo previo: el ejercitarse en el arte del retrato que es la historia de la filosofía.

Así, para Deleuze la filosofía no contempla ni reflexiona —o sólo lo hace en épocas de indigencia—, sino que crea conceptos que forman y contienen ideas (Idée).[6] Dar lugar a una idea supone el arte de plantar, que consiste en poder plantear un problema y trazar un plano de inmanencia/consistencia sobre el caos. Todo problema filosófico, si en verdad lo es, es un problema concreto, ya que, si no se encuentra el problema, si no es localizable o cartografiable bajo unas coordenadas, ese problema se considera abstracto. En este sentido, toda idea está comprometida con un modo de expresión; no hay ideas abstractas, sino que toda idea se da a la vez que traza un plano de composición o de consistencia. La filosofía trabaja con ideas que adquieren consistencia como conceptos, sin embargo, el trabajo y la producción de ideas no es exclusivo de la filosofía ya que hay ideas pictóricas, ideas musicales, ideas cine, etc.

Las ideas son perceptos, videncias, un conjunto de percepciones y sensaciones que sobreviven a quien las experimenta. Los conceptos no sólo contienen y recubren ideas, sino que dan lugar a máquinas de experimentación. El concepto atraviesa el cráneo, irrumpe en los hábitos de pensamiento, generando nuevas formas de pensamiento, cuyo efecto es una des-automatización del pensamiento y la sensación: ruptura del sentido común. Los conceptos son semillas que germinan en forma de enredaderas, árboles flotantes, rizomas, campos de flores con aromas y colores diversos. Son creaturas invisibles, intercesores que nos hacen ver, escuchar y sentir el mundo. En este sentido, no sólo el artista es un vidente, sino también el filósofo, ya que ambos dan lugar a afectos y devenires que desbordan a quien pasa por ellos, pensamientos que exceden la fuerza. Las ideas se expresan mediante conceptos cuando son filosóficas, en forma de perceptos cuando se trata de ideas pictóricas y como afectos, si son ideas musicales.

Gilles Deleuze en Vincennes Castle

Gilles Deleuze en Vincennes Castle

El segundo movimiento deleuziano para plantear el problema de la filosofía, es trazar un trayecto que lleva a la filosofía a salir de sí misma y conlleva a la aproximación del pensamiento filosófico a otras formas de pensamiento, pero también a otros modos de creación. El encuentro de la filosofía con la cultura (Culture)[7] en general y el arte en particular; principalmente la música. Especialmente la obra de Boulez, de la que extraerá los conceptos de lo liso y lo estriado, así como las ideas de tiempo-pulsado y no-pulsado; pero también de la obra de Messiaen o Cage, de donde toma pasajes que sirven de herramienta al filósofo para pensar los ritornelos, el silencio y el ruido. De las pinturas de Klee, Cezanne y Bacon extraerá los conceptos de ‘sensación’, ‘diagrama’, ‘catástrofe’ y ‘germen’, mismos que operan en la lógica de la sensación. A través y con la imagen-cine de Godard, Straub y Duras la imagen-tiempo como pensamiento en imagen, intersticio entre lo visual y lo sonoro.

Deleuze piensa el acto de creación como un acto de resistencia (Résistance).[8] Resistencia que supone la liberación de las fuerzas vitales, la liberación del deseo (Désir).[9] El deseo para Deleuze se da en un conjunto, marcando una relación; el deseo fluye en un agenciamiento y lo construye. Los componentes de un agenciamiento son: los estados de cosas, los enunciados que marcan el estilo, los territorios que traza y los movimientos de desterritorialización. Así, en el agenciamiento es donde fluye y transita el deseo.

La A de devenir-animal es también la A de arte, el arte y el animal trazan territorios en los que introducen movimientos de desterritorialización y reterritorialización, líneas de fuga que expresan la vitalidad e intensidad de una singularidad. El animal, el escritor, el pensador, el artista, el bailarín y el músico expresan gestos territoriales, gestos cuyas actitudes son el acecho y la espera. Un agenciamiento es la acción por medio de la cual se marca un territorio, una forma de devenir-animal (Animal),[10] ya que la construcción territorial es un movimiento animal, que a su vez es el movimiento que da lugar al arte. El acto animal coincide con el primer acto artístico: marcar un territorio. Ya sea por medio de las posturas, los colores o el canto, el animal hace marcas territoriales: se trata de un arte en estado puro. Por su parte, el artista marca un territorio a través de los sonidos, las líneas, los colores, las imágenes, las figuras sobre los cuales produce una territorialización, pero también un movimiento de desterritorialización y reterritorialización: geofilosofía, geomúsica, geopintura. Así, para Deleuze el ritornelo es el punto común entre el canto animal y la ópera (Opera).[11] La música nos arrastra e invade, ya que el contenido propiamente musical son los devenires: animal, mujer, niño (Enfance)[12] molecular.

“Devenir-niño mediante la escritura,
ir hacia una infancia del mundo,
restaurar una infancia del mundo,
esa es una tarea, son las tareas de la literatura”
.[13]

Partituras musicales decoradas en las que la notas musicales forman escenas de la vida cotidiana del grupo People Too

Partituras musicales decoradas en las que la notas musicales forman escenas de la vida cotidiana del grupo People Too

La música es una historia del devenir, de las potencias del devenir que salen del caos por efecto de una línea de fuga que nos conectan al cosmos. Para Deleuze, la relación más cercana entre la música y el concepto no es la canción, sino la cátedra, la comprensión musical del trabajo del profesor (professeur).[14] Un curso es una materia en movimiento que, en sentido musical, tiene su tiempo y su ritmo, sus velocidades y lentitudes, sus tonos y modulaciones, sus silencios y ruidos. Una clase es el proceso de una voz en curso que hace audible un proceso de pensamiento; así, la filosofía, para crear un estilo (stylo),[15] supone un ejercicio de vocalización del concepto, de ahí su fuerza expresiva a través de la cual el pensamiento deviene en canto, resonancia y variación. El estilo y los temas dan lugar a una composición, puesta en serie de las ideas, pero también el estilo tiene que ver con las posturas, los gestos y las actitudes del cuerpo para expresar.

Una variación de la E (Enfance), del devenir-niño, podría ser la escritura o el encuentro, el pensamiento como serie de encuentros, de conexiones, de flujos que componen o no componen, que marcan un estilo: hacer del grito afásico un canto que deviene en eco silencioso. En palabras de Deleuze: “Escribir es forzosamente empujar el lenguaje, la sintaxis —porque el lenguaje es la sintaxis— hasta el límite que separa el lenguaje del silencio, como límite que separa el lenguaje de la música, como el límite que separa el lenguaje de algo que sería digamos así, el pio, el pio doloroso”.[16]

El tercer movimiento es un movimiento experimental, en donde la filosofía abandona los universales, de ahí que no sea contemplación, ni reflexión, ni comunicación, la filosofía trabaja con singularidades con lo uno (Un),[17] que no es un universal, sino que es el trabajo del estilo, las singularidades y los flujos mutantes. Pensamiento nómada, viaje (voyage)[18] in situ, movimiento en zigzag (Zigzag),[19]de bifurcación de un conjunto de singularidades, trazo de una línea sin contorno, imperceptible, multiplicidad: agua en agua, arena en arena.

 

II

La creación de conceptos apela en sí
misma a una forma futura, pide una tierra
nueva y un pueblo que no existen todavía.

Gilles Deleuze

La filosofía es un acto de creación, la creación es una forma de resistencia que surge de la alegría (Joie)[20] como potencia. Movimiento de resistencia que no tiene que ver con la revolución, sino con un devenir revolucionario, ya que al pensar en los movimientos de izquierda (Gauche),[21] Deleuze apunta que todas las revoluciones fracasan. La resistencia, en cambio, es dar lugar a una micropolítica molecular, a un devenir-revolucionario que resulta en un agenciamiento, una situación, un movimiento de territorialización-desterritorialización. Micropolítica, ya que el devenir es sólo minoritario, molecular y singular. El devenir es la X, lo desconocido (Inconnu),[22] pero también la Y: lo indecidible (Indécidable)[23]; no es ni lo uno ni el otro, es el entre. En este sentido podemos cambiar la M de maladie por la M de micropolítica y máquina de guerra, en donde el poder es un acto de creación, es potencia colmada como efecto de alegría (Joie), es contra-movimiento al poder/dominación, que es el estado más bajo de la potencia, es impotencia, que en el sentido de Spinoza es el mal, la operación de las pasiones tristes.

La experiencia, la vida, las fuerzas que se hacen pensables, visibles o audibles por los conceptos, los sonidos, las líneas, los colores o las imágenes que acontecen como actos de creación y generan máquinas de experimentación y que son máquinas de devenir. Foucault tenía razón al afirmar que con Deleuze: “[…] un nuevo pensamiento es posible; el pensamiento, de nuevo, es posible. No es un pensamiento por venir, prometido en lo más lejano de los comienzos. Está ahí, en los textos de Deleuze, saltarín, danzante ante nosotros, entre nosotros; pensamiento genital, pensamiento intensivo, pensamiento afirmativo, pensamiento acategórico […].”[24] Ese pensamiento es el del Afuera, del azar, la multiplicidad y la pluralidad, fragmentos de caos que vienen del Cosmos. Azar y fuerza plástica, materia cuyos lados son la risa y la alegría: “La risa de Nietzsche remite siempre al movimiento exterior de los humores y las ironías, y este movimiento es el de las intensidades”.[25]

Pensamiento del Afuera, pensamiento al aire libre, risa dionisiaca en donde pensar se convierte en la actividad de plegar el afuera, plegar el azar, hacer pliegues de la superficie para después desplegarlos. En este sentido, si el concepto busca expresar el acontecimiento, lo hará como un efecto de superficie, como un conjunto de singularidades dadas y de puntos sensibles que se pliegan y despliegan. Las singularidades poseen una constitución neutra, no individual, no personal y aconceptual. Las singularidades habitan y crean superficies libres y nómadas. Lo neutro es esta multiplicidad topológica que subsiste como virtualidad en el acontecimiento: entre. Dice al respecto Deleuze: “Los devenires, es lo más imperceptible, son actos que sólo pueden estar contenidos en una vida y que solo pueden ser expresados en un estilo”.[26]

Como variación de la N de neurología (neurologie) está el Nomadismo. Cerebro-red que genera sinapsis imposibles como potencia del concepto. Pensar es conectar las singularidades, los puntos sensibles que compongan acontecimientos. El trabajo del concepto es dotar de sentido a la multiplicidad, a estos puntos sensibles. De esta manera, el concepto da sentido al acontecimiento, pero un sentido móvil e intensivo; un pensamiento nómada. El sentido, al igual que las ideas y el deseo, son multiplicidades, de ahí su carácter paradójico. El sentido es una entidad inexistente que se relaciona y se conecta con el sin sentido dado por el conjunto de afectos y perceptos que acompañan al pensamiento, que lo atraviesan y lo constituyen expresándose bajo la forma del concepto. De esta manera, también el concepto tendrá este carácter paradójico el cual radica en su vinculación a los perceptos y los afectos: “La manifestación de la filosofía no es el buen sentido, sino la paradoja. La paradoja es el pathos o la pasión de la filosofía.”[27]

La filosofía conserva el acontecimiento como sentido, mientras que el arte lo conserva como sensación: la primera como perceptos y el segundo como afectos. Para Deleuze, el carácter paradójico del concepto radica en que no sólo es sentido sino también sensación: non sens. Al igual que la obra de arte, el concepto es un bloque de sensación, pero con sentido. El arte es una combinación de afectos y perceptos, mientras que la filosofía es una combinación de afectos, perceptos y conceptos, de sentido y sensación. De esta manera, la paradoja aparece como pathos de la filosofía, dado que “la paradoja es precisamente lo que destruye al buen sentido como sentido único, pero luego es la que destruye al sentido común como asignación de identidades fijas.”[28]

La multiplicidad, la diferencia y el devenir son elementos para crear un mundo donde no hay identidades fijas, un mundo paradójico de la pura afirmación del devenir, lo múltiple y el azar que constituyen el acontecimiento como virtualidad: el mundo del entre-tiempo. El acontecimiento como entre-tiempo es puro devenir, es intermezzo, es pura virtualidad y fuerza creadora. El devenir es el movimiento de esquivar el presente, se sitúa en un entre paradójico: entre las dos formas de tiempo, el pasado y el futuro como virtualidad, aún no o ya tarde. El acontecimiento sólo tiene entre tiempos, y los entre tiempos se superponen como mesetas o capas de inmanencia, no se suceden. El acontecimiento al ser entre-tiempo es pura virtualidad y la filosofía es la expresión de la virtualidad, no de la actualidad ni de la posibilidad. “Los conceptos son exactamente como los sonidos, los colores o las imágenes; intensidades que os convienen o no, que pasan o no pasan. Pop filosofía. Nada que comprender, nada que interpretar”.[29]

El pensamiento nómada o geofilosofía, como concepto, surge en un plano de inmanencia y marca una relación territorio-tierra para crear conceptos hacer paisajes de pensamiento. Viaje in situ, experimentación y devenir: “Así son las revoluciones y las sociedades de amigos, sociedades de resistencia, pues crear es resistir: meros devenires, meros acontecimientos en un plano de inmanencia”.[30]

Feliz no-cumpleaños Gilles Deleuze, feliz devenir-imperceptible.

 

Bibliografía

  1. Deleuze, Gilles, L’abécédaire de Gilles Deleuze. 3 DVD, Montparnase, Arte video, 2005.
  2. _______, Lógica del sentido, Paidós, Barcelona, 1989.
  3. _______, ¿Qué es la filosofía?, Anagrama, Barcelona, 2001.
  4. Deleuze, Gilles y Foucault, Michel, Theatrum Philosophicum. Seguido de Repetición y diferencia. Anagrama, Barcelona, 1995.

 

Notas

[1] Deleuze, “L’abécédaire de Gilles Deleuze”, ed. cit.
[2] Ibíd., letra Q.
[3] Ibíd., letra L.
[4] Ibíd., letra H.
[5] Ibíd., letra K.
[6] Ibíd., letra I.
[7] Ibíd., letra C.
[8] Ibíd., letra R.
[9] Ibíd., letra D.
[10] Ibíd., letra A.
[11] Ibíd., letra O.
[12] Ibíd., letra E.
[13] Ibíd., letra E. 8.
[14] Ibíd., letra P.
[15] Ibíd., letra S.
[16] Ibíd., Letra E. 8.
[17] Ibíd., letra U.
[18] Ibíd., letra V.
[19] Ibíd., letra Z.
[20] Ibíd., letra J.
[21] Ibíd., letra G.
[22] Ibíd., letra X.
[23] Ibíd., letra Y.
[24] Deleuze y Foucault, Theatrum Philosophicum, ed. cit., p. 47.
[25] Ibíd., p. 328.
[26] Deleuze, Diálogos, ed. cit., p.7
[27] Deleuze, Diferencia y repetición, ed. cit., p. 314.
[28] Deleuze, Lógica del sentido, ed., cit., p. 27.
[29] Deleuze, Diálogos, ed. cit p. 8.
[30] Deluze, ¿Qué es la filosofía?, ed. cit., 112.