Revista de filosofía

Las imágenes de la imagen

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Jean-Luc Nancy / trad. Maria Konta

SIRIA

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Sobre la prodigiosa expansión de las imágenes[1] a través de lo que uno llama “redes sociales”, los efectos de esta proliferación, especialmente cuando ella está vinculada a lo que todavía uno llama “las guerras” que devastan nuestro mundo y que induce trastornos en lo que todavía uno llama “la prensa”, destaco tres singularidades del lenguaje porque muestran un desplazamiento notable (de lo cual hay muchos otros ejemplos) entre el léxico disponible y las realidades por nombrar. Este desplazamiento no es ajeno al tema por tratar.

  • La singularidad “redes sociales” asume que lo “social” no tiene ningún otro significado definido sino el del “grupo de comunicación”. Porque si uno lo quisiera distinto de lo “político”, lo “religioso” o la “comunidad”, uno estaría muy lejos de la verdad: todas estas categorías, junto con otras, están en práctica en la actividad de estas redes.
  • La singularidad “guerra”, por su parte, es un término cuya acepción clásica, vinculada a los estados soberanos y al derecho público, no es admisible para operaciones policiales o de milicias (una diferencia que a menudo es confusa, como la que se da entre civiles y militares) de lo que se trata hoy.
  • La singularidad “prensa”, finalmente, no sólo ya no es exclusivamente imprimida como le gustaría a su nombre, sino que se ve abrumada por los flujos de información y de reflexión que fluyen de todos lados, más apresurados que ella y más multiplicados indefinidamente, diseminados y difractados que ella.
OMRAN DAQNEESH

OMRAN DAQNEESH

Tendencialmente, estos tres registros son sólo modos, en transformación incesante, de la misma masa maleable y dúctil de un multiverso en constante re-descomposición. Inevitablemente, cada registro afecta o infecta a todos los demás. Cada uno busca confusamente su verdad en el otro, ninguno permanece en una forma identificable y fija.

Estos flujos de transmisiones, distorsiones, interferencias, enunciaciones y denuncias nunca han fallado en las sociedades, que por cierto siempre han sido reticuladas de una manera u otra. Si hay una novedad, es más bien, además de la velocidad de propagación, en el hecho de que esta circulación se representa a sí misma: se comenta, se cuestiona, se reflexiona, se repite, se revive. Una red menciona a la otra, que denuncia a una tercera. Una revista las cita a todas; los foros, las opiniones, las intervenciones están tomados, reciclados y perpetuados indefinidamente.

Nos hacemos un universo donde sólo hay metalenguajes. Y así, imágenes de imágenes.

No hay duda de que los millones de imágenes que millones de cámaras graban con ardor, no perturban sus fuegos artificiales con el manejo de lo que una vez fue la ilustración de la noticia. Ya no se trata de ilustrar o documentar. Se trata de mostrar la misma cosa, primero de toda la herida, el hambre, el choque, el virus, la desgracia, y sentir todo su peso intolerable y vergonzoso.

Estas imágenes a menudo son terribles, a menudo también solicitadas, orientadas por su leyenda, incluso más o menos falseadas según los diseños del que la equilibra, la propaga, la prende como una pequeña granada de colores sucios. Son resúmenes de discursos, de eslóganes visuales, también pueden mostrar el “exploit” o la acrobacia, la hermosa casualidad o el cálculo especializado que las ha producido.

Circulan, hacen choque, hacen fe, choque y fe juntos amasados. Corren aquí y allá, crepitan, palpitan, chisporrotean, exudan o escupen. Son mallas de redes, agujas de acero, neumáticos quemados en los ojos, manchas lacrimógenas; chorros de ácido y secretos maquinadores. ¿Qué imagen tenemos de las imágenes? A la vez la más arcaica y la más ingenua.

Arcaica porque siempre las atribuimos a los prestigios del ícono, el toque de lo sagrado. E ingenua porque creemos que son inconmensurables a las palabras, incluso cuando se trata de señales habladoras.

La imagen en verdad es una idea, ya que este es el sentido de esta antigua palabra griega: la verdadera forma que la visión banal deja escapar. La forma de lo que permanece más allá de la presencia inmediata y fugaz. Así, las imágenes de los cultos, así el dibujo, la pintura, desde Chauvet y los painted deserts.

No hay imagen sin su idea, al igual que no hay ni Giotto, ni Dong Qichang, ni Lisette Model sin un pensamiento. Si no es inútil hablar de imágenes: hay muchas otras palabras disponibles, viñeta, cliché, vista, foto, memoria, testimonio, instantáneo, póster.

La imagen está a la semejanza de su idea. Ella es la apariencia, el parecer.

Aun así, algo tiene que aparecer. Si lo que aparece consiste sobre todo en mostrar las redes de las guerras y las guerras de las redes, con todas sus marionetas, olvidándonos de las imágenes. Deje que la prensa hable, escriba, comente y piense. ¿De qué sirve balbucear anécdotas pintadas en el papel o en la pantalla del periódico? Pero, por otro lado, ¿de qué sirve preocuparse por el libertinaje visceral? La imagen según su concepto —al mismo tiempo la “imago latino”, las artes de la imagen y lo imaginario— está en una relación esencial con la ausencia. Muestra lo que no se muestra. Ella representa lo invisible. Pero la gran cantidad de imágenes que se arremolinan desde los teléfonos inteligentes a tabletas y de clips en clichés, sólo se preocupan por la presencia: es inmediatamente la efectividad de la escena que se propone. El mundo designado por la palabra “medios” es un mundo de lo inmediato.

Además, su axioma es el que McLuhan formuló de la siguiente manera: “El medio es el mensaje”. Si bien es cierto que ningún sentido es disociable de su expresión, por otro lado, el mensaje como medio quiere decir: más mensaje, más sentido pero una crepitación ininterrumpida de representaciones congeladas que se encuentran tanto en las palabras como en las supuestas “imágenes”: terrorista, Kalashnikov, humo, cohetes, ataque, choque, pérdidas, deplorar, condenar, territorio, refugiados, indignación, preocupación, base, retiro, sobrevuelo, suministro, hospital, humanitario, gente, nación, grupo, fuerzas, negociación, niño, víctima, incursión, desolación, ruina, catástrofe, sobreviviente.

 

Nota

[1] El original en francés “Les images de l’image” fue publicado en Liberation 18 de agosto 2014. Véase: https://www.liberation.fr/photographie/2014/08/18/les-images-de-l-image_1082747