Revista de filosofía

Jaque al peón: el sacrificio en la obra de Marcel Duchamp

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Resumen

Entre las posibles lecturas de la obra de Marcel Duchamp se propone una en la que la “Teoría de la Economía General” propuesta por Georges Bataille devela una intención sacrificial dirigida al sentido adscrito a los objetos: el ready- made es una impugnación dirigida al principio de utilidad clásica, en él se anulan las nociones fundadoras de la categoría de sujeto: utilidad, trabajo y proyecto, lo que coloca al espectador en un espacio “neutro” cercano al acto reflexivo que conduce según Bataille a la “Experiencia Interior”, es decir, a la superación extática de dicha categoría.

Palabras clave: sacrificio, ready–made, utilidad, gasto, lo “neutro”, Duchamp.

 

Abstract

Among the possible readings of Marcel Duchamp’s work, one is proposed in which the “General Economy Theory” proposed by Georges Bataille reveals a sacrificial intention directed to the meaning assigned to objects: ready-made is an impugnment directed at the principle of classical utility, in it the founding notions of the subject category are annulled: utility, work and project, in which places the viewer in a “neutral” space close to the reflective act that leads Bataille to the “Inner Experience”. That is, to the ecstatic overcoming of said category.

Keywords: sacrifice, ready–made, utility, expense, the “Neutral”, Duchamp.

 

La utilidad y la atribución del ser

El agricultor no es un hombre: es el arado de quien come el pan.

Georges Bataille

 

¿Qué son los ready mades? según Octavio Paz: “los ready–mades son objetos anónimos que el gesto gratuito del artista, por el solo hecho de escogerlos, convierte en obras de arte”,[1] así, una rueda de bicicleta o un urinal dejan de ser lo que eran para convertirse en otra cosa, esa “otra cosa” paradójicamente sigue siendo “la misma cosa”: la rueda de bicicleta y el urinal no presentan modificaciones materiales significativas, la rueda ha sido anclada a un taburete de madera y el urinal ha sido expuesto de cabeza, el gesto mantiene a la materialidad de las cosas intacta, por tanto, no es un gesto que, modificando la apariencia de los objetos quiera darles la identidad “de otra cosa”, más bien, se convierten simbólicamente en “otra cosa” ¿en obras de arte como afirma Paz? Quizá, si afirmamos la noción de arte en un sentido distinto al que se le adjudica actualmente, sentido que difiere principalmente en sus fines y es cercano en ese aspecto a la pintura anterior al Renacimiento. A propósito de los pintores “primitivos” dice Duchamp:

El tubo de colores no les interesaba. Lo que les interesaba era expresar su idea de la divinidad, en esta o aquella forma. Sin intentar lo mismo y con otros fines, yo tuve la misma concepción: la pintura pura no me interesa en sí ni como finalidad. Para mí la finalidad es otra, es una combinación, o al menos, una expresión que solo la materia gris puede producir.[2]

El gesto apunta a la “idea” —producto de la materia gris— más que a la sensibilidad derivada de la forma y el color, fines tradicionales de la llamada por Duchamp “pintura retiniana”, el objeto es soporte material de la idea, y la idea que soportan los ready–mades es que las cosas no son lo que suponemos debían ser, la pregunta es entonces ¿Qué es lo que las cosas “deben ser”? ¿Qué es lo que niega Duchamp con su gesto? La respuesta inmediata es que niega su utilidad, ni la rueda ni el urinal sirven “para lo que fueron hechos”, su “Ser” de cosas ha sido despojado por el gesto que los convierte en “obras de arte”. El gesto duchampiano devela que suponemos el Ser a partir del propósito para el cual fueron hechas, ¿para qué fueron hechas las cosas? “para servir” para ser “útiles”, el carácter de útil como determinante del ser de las cosas es entonces el blanco de la negación duchampiana. En tanto objeto que ha sido transfigurado en objeto “artístico”, el ready–made persiste en el Ser aun cuando ha sido anulada su “razón de ser”; su “apariencia desnuda” de cosa apenas intervenidas por la mano del artista niega a su vez la condición “artística”, en la escala de valores estéticos lo objetos prefabricado no son muestra del oficio o el talento de un artista ni procuran el deleite que otorgan el color y la forma, quedan para la contemplación en una zona “neutra” de la conciencia: “ni bella, ni fea, ni indiferente”,[3] zona indiferenciada que se aproxima a lo que Bataille designa como “inmanente”.[4]

La relación entre “Ser” y “utilidad” es determinante no sólo para las cosas, en los textos dedicados al hombre “primitivo”[5] Georges Bataille postula que la utilidad fue la primera condición que permitió existir a todo aquello que el hombre percibió distinto a sí, el surgimiento de la “conciencia de sí” se relaciona con la advertencia de los objetos, y la advertencia de los objetos se da en primer lugar en tanto estos resultan útiles para un fin, resulta difícil imaginar un fin más importante para la naciente conciencia que el de conservarse; esto supone que la conciencia es ese sentimiento de sí que se advierte distinto al mundo del instante, mundo siempre expuesto a la contingencia condicionado por una indiferencia que no determina un antes y un después. En Teoría de la Religión señala: “En la medida en que los útiles están elaborados con vistas a su fin, la conciencia las pone como objetos, como interrupciones en la continuidad indistinta. El útil elaborado es la forma naciente del no–yo”.[6]

Advertir mediante la conciencia la reiteración de las actividades y de los fenómenos que le rodeaban dio origen a la capacidad de advertir como decisivo aquello que preservaba esa nueva condición de la vida. Así, el hombre se identificó como sujeto en cuanto advirtió la presencia de objetos, y, para que estos se advirtieran como distintos, debían ser sobre todo eficaces frente a la muerte.

La diferencia otorgada por la utilidad distinguió, según expone Bataille, en primer lugar, un mundo de las cosas que permitió al hombre realizar otras distinciones, la utilidad como instrumento de conocimiento le facilitó adaptarse y hacer de su entorno un entorno de objetos conocidos; atrayendo lo desconocido al campo de lo útil la conciencia fue ampliando su campo de operaciones y aplico este principio a todo aquello que le rodeaba. La “domesticación” del entorno antes impredecible fue posible gracias a la instrumentación de los objetos.

La efectividad del principio de utilidad para la conservación de la vida hizo que fuera fácil que la conciencia lo deslizara a cada vez más objetos. La naturaleza habló el lenguaje de la utilidad con el descubrimiento del fuego, de la cacería, de la domesticación y de la agricultura, frente a lo desconocido que representa la muerte. El hombre invento primero la magia y después la religión, la objetivación del mundo no fue total. En La noción de gasto se señala que los objetos útiles habían alcanzado ese estatus en un proceso de ensayo y error, conducido por el despilfarro que antecedió a la advertencia de la utilidad; previo a la lógica de lo útil el pensamiento operaba sin miras a la conservación, dadas las desventajas conservativas que esto suponía, el derroche fue desplazándose a favor de la producción. En ese mismo texto, así como en El Erotismo,[7] se expone que las exigencias inmediatas de la vida llevan al hombre primitivo a establecer como prioridades la producción y la conservación de los objetos útiles. El consumo necesario para lo humano encauza a los objetos en un proceso que va del despilfarro inútil a la mesura que otorga el mecanismo de diferenciación de lo útil. Ignorar la diferenciación mediante la transgresión al principio de conservación entre lo que debe y no debe ser utilizado y/o consumido implica el riesgo de borrar los principios que permiten esa diferenciación; el hombre que responde a lo útil, al trabajo y al proyecto no puede renunciar al principio de diferencia, que le ha otorgado una nueva forma de vida caracterizada por la duración.

La duración exige de la actividad humana dos principios: la producción y el consumo, y ambas a su vez se pueden dividir entre aquellas que resultan productivas y aquellas que parecen no tener ese sentido:

El lujo, los duelos, las guerras, los cultos, las construcciones de monumentos suntuarios, los juegos, los espectáculos, las artes, la actividad sexual perversa (vale decir desviada de la sexualidad genital) representan otras tantas actividades que, al menos en las condiciones primitivas, tienen su fin en sí mismas. Y es preciso reservar el nombre de gasto para estas formas improductivas.[8]

Uno de los aspectos más originales del pensamiento de Bataille es el señalar que la preminencia del pensamiento utilitario no anulo los antiguos mecanismos tendientes al gasto que producían movimientos de pensamiento y conductas que no mostraban beneficio aparente para la conservación: “Por terrible que fuera, la miseria humana nunca tuvo una influencia suficiente sobre las sociedades para que la preocupación por la conservación, que le da a la producción la apariencia de un fin, prevaleciera sobre el gasto improductivo”.[9]

La destrucción y el desfallecimiento voluntario que separan de la utilidad y, por tanto, del sujeto al hombre, persisten, en prácticas como el sacrificio, pese a la exigencia de conservación. El componente común de esos acontecimientos es la violencia, que, destruyendo lo tenido por útil y valioso, vuelve al hombre a aquella esfera indiferenciada del ser.

La violencia como lo opuesto al ser que se conserva es según Bataille reiterativa, vuelve y el hombre intenta darle un sentido útil, en Teoría de la Religión[10] expone que la guerra y el sacrificio responden a esa necesidad de la vida que reclama el exceso, la guerra pasó de ser un ejercicio de destrucción sin sentido a instrumento del sometimiento de otros hombres a la condición de objetos, en esta nueva forma la violencia se conduce de un sentido soberano a uno que la instrumentaliza al servicio de retribución a las fuerzas que aseguran la duración.

La economía de la violencia regida por la conservación de la vida advierte que sus principios deben equilibrar el consumo de los objetos. El consumo de otros sujetos —en el sacrificio y/o la esclavitud— se realiza —como se explica en Teoría de la Religión y El Erotismo— como el punto ultimo de un proceso de instrumentación de lo otro con miras a la conservación; el sacrificio, es el levantamiento de la prohibición a matar justificado el crimen por el proyecto como condición ineludible y necesaria para la duración. En el capítulo VI de El Erotismo[11] el ritual es explicado como la dramatización, es decir, el desplazamiento de la propia muerte, fin del mundo de los objetos y de las diferencias, este desplazamiento evita el aniquilamiento, a la vez que es medio para utilizar las fuerzas destructivas contrarias a la conservación. En el movimiento que trae lo desconocido a lo conocido mediante lo útil, el hombre le da un sentido al ritual adjudicándole el éxito o el fracaso de la conservación de la vida.

El límite de lo que existe para la vida como conservación es el límite que divide al hombre en sujeto y objeto, la reducción que implica identificar el ser con lo útil es desde entonces una condición que ha subordinado al primero a ser posible en tanto cumpla la condición de lo segundo. El Ser completo –en tanto lo inmanente tiende a la soberanía- se alcanza en la inmanencia indiferenciada que se experimenta en el sacrificio, acontecimiento reservado a situaciones en las que los objetos alcanzan sus sentidos en tanto útiles y no queda otra posibilidad que llevarlos al límite.

De los postulados batailleanos podemos deducir que el hombre, en tanto hombre, sacrifica los objetos por exceso; en tanto sujeto, lo hace con miras a un fin. La economía de la conservación encierra al hombre en la condición de sujeto, la restauración de la condición insubordinada mediante el sacrificio opera mediante la destrucción de los objetos en tanto materializaciones de esa sujeción. En Teoría de la Religión señala a propósito: “El principio del sacrificio es la destrucción, pero, aunque llegue a veces a destruir enteramente (como en el Holocausto), la destrucción que el sacrifico quiere operar no es el aniquilamiento. Es la cosa —sólo la cosa— lo que el sacrificio quiere destruir en la victima”. [12]

El fin de esta operación es la anulación de todo fin, al desaparecer la subordinación a la duración el hombre experimenta su condición indiferenciada, “experiencia interior” que le devuelve a la inmanencia. En el desarrollo de esa idea, Bataille imagina un “método de meditación” cuya intención es conducir al sujeto a la insubordinación del carácter de cosa, en dicho método de meditación la noción de “lo Neutro” coincide con intenciones manifiestas de Bataille. Se presentan a continuación los argumentos a ese respecto.

 

Lo neutro: el pensamiento liberado de lo instrumental

Lo neutro, nombre paradójico: no habla casi, palabra muda, simple, que, sin embargo, se vela siempre, se desplaza siempre fuera de su sentido, operando sobre sí mismo de forma invisible sin cesar de desarrollarse, en la inmovilidad de su posición que repudia toda profundidad.

Maurice Blanchot

El sacrificio de la instrumentalidad implica una renuncia a cualquier significación que subordine al Ser a la condición de cosa. En los “objetos artísticos” significa el sacrificio de los fines que la han determinado tradicionalmente como tal, entre estos sobresale la atribución de belleza que mediante la delectación sensible hace a los objetos portadores de un sentido, la dificultad de despojar a un objeto de significado es significativa, al respecto dice Duchamp:

El gran problema era el acto de escoger. Tenía que elegir un objeto sin que este me impresionase y sin la menor intervención, dentro de lo posible, de cualquier idea o propósito de delectación estética. Era necesario reducir mi gusto personal a cero. Es dificilísimo escoger un objeto que no nos interese absolutamente y no solo el día que lo elegimos sino para siempre y que, en fin, no tenga la posibilidad de volverse algo hermoso, bonito, agradable o feo […].[13]

En un sentido similar, Bataille señala el carácter soberano que puede otorgar el gesto artístico —que en Duchamp consistiría en el acto de elegir— a los objetos al liberarlos del compromiso para lo cual fueron fabricados:

La única vía para liberar al objeto fabricado del servilismo del útil es el arte, entendido como verdadero fin. Pero el arte mismo en principio no impide al objeto adornar o servir para esto o para aquello, una casa, un vestido, o un marco tienen su utilidad. ¡Qué pocos objetos fabricados tienen la virtud de escamotearse a toda función comprometida en el ciclo de la vida útil![14]

El gesto sacrifica cualquier principio de atribución de significado al conducir al espectador a lo desconocido de un “instante hueco”, no subordinado a ninguna otra condición que el azar del propio instante, la no subordinación ni a la condición de objeto ni a la condición tradicional de “objeto de arte” hace del ready-made un objeto “neutro”: “Los ready–mades no son anti–arte, como tantas creaciones modernas, sino a-rtísticos. Ni arte ni anti–arte sino algo que está entre ambos, indiferente, en una zona vacía”.[15]

El gesto es a su vez un “apaciguamiento” del deseo de referir lo desconocido a lo conocido. La dialéctica cuya tesis es el carácter ontológico de la utilidad es detenida mediante la violencia que detiene el movimiento de “superación”[16] que dota de sentido a los objetos, es necesario un cese de cualquier síntesis que hiciera al objeto hermoso o interesante, al respecto dice Bataille: “El apaciguamiento dada la necesidad de poseer debe ser lo bastante grande como para cortar entre nosotros y el objeto desconocido toda posibilidad de lazos discursivos (la rareza —lo desconocido— del objeto revelado a la atención no debe ser resuelta por ninguna indagación)”.[17]

El “apaciguamiento” de la voluntad de significar implica violentar el orden de conservación que se relaciona con la conciencia, la energía prodigada en ese sacrificio actúa de tal forma que es capaz de producir un “shock”[18] lo suficientemente fuerte para contrarrestar el sentido de la conservación y producción:[19] La energía se prodiga al máximo posible de manera que provoque una sensación de estupefacción, en todo caso con una intensidad infinitamente mayor que en las empresas de producción.[20]

Conducir al objeto a ese estado de a-significado se logra en el ready–made en tanto es este la expresión de una perdida,[21] en ese sentido se aproxima al tipo de producción que implica “gastos reales”,[22] esta categoría de objetos artísticos incluye “la construcción arquitectónica, la música y la danza”. El “gasto real”[23] se refiere entonces al derroche sin calculo que hace posible que exista algo que rebase todo fin, el resto de las artes (la escultura, la pintura, la literatura y el teatro) no alcanzan la soberanía del gasto real al ser artes representativas, subordinadas a un motivo prexistente.

El efecto de “neutralidad” logrado por el ready–made se da entonces mediante la perdida que hace posible que el objeto persista en algo distinto “a lo que debiera ser”. La utilización de la materialidad inalterada del propio objeto para anular su significado aproxima al gesto de Duchamp al sacrificio, que mediante el “gasto simbólico” logra ejercer un “gasto real” al afectar al espectador en sus certezas más seguras,[24] en ese sentido se aproxima al sentido que da Bataille al termino “poesía”: “El término de poesía, que se aplica a las formas menos degradadas, menos intelectualizadas, de la expresión de un estado de perdida, puede ser considerado como sinónimo de gasto: significa en efecto, de la manera más precisa, creación por medio de la perdida. Su sentido es entonces cercano al de sacrificio”.[25]

El carácter simbólico del ready–made en tanto expresión de una idea lo preserva como “objeto de conocimiento”, su contemplación aproxima la experiencia de “lo Neutro” al conocimiento que las huellas de identidad vaciadas de sentido pueden darnos.[26] La destrucción del gesto de Duchamp como señala Bataille “se dirige al carácter de cosa”, anulada esta función el objeto persevera en tanto obra que permite un conocimiento liberado —por el gasto— de la significación. Bataille designa como “neutro” al conocimiento así logrado: Este conocimiento que se podría llamar liberado (pero que prefiero llamar neutro) es el uso de una función desprendida (liberada) de la servidumbre que es su servicio: la función refería lo desconocido a lo conocido (a lo sólido) el desprendimiento refiere lo conocido (el objeto) a lo desconocido.[27]

La anulación del gusto en la elección de los ready–mades es el primer sacrificio realizado por Duchamp; el que el objeto preexista de forma manufacturada previo al gesto del artista es el segundo, el del artista que anula cualquier atribución de talento, oficio, manufactura; en ese sentido el sacrificio efectuado incluye al propio sacrificante, esta forma de sacrificio es caracterizada por Bataille como el sacrificio último, el que sacrifica la fuente misma del sacrificio, el gasto que apunta a la anulación radical de la instrumentalidad debe incluir al hombre, ya que a él también lo ha subordinado:

El espíritu del hombre ha llegado a ser su propio esclavo y, por el trabajo de autodigestión que la operación supone, se ha consumido a sí mismo, se ha esclavizado, destruido. Engranaje entre los engranajes que ha dispuesto, hace de sí mismo un abuso cuyo efecto se le escapa —en la medida en que tal efecto es que, finalmente, nada subsista en él que no sea cosa útil.[28]

El gesto de Duchamp adquiere entonces un carácter “transgresor”, el sacrificio del artista es el sacrificio del sujeto, la ironía de elegir objetos comunes como objetos sacrificiales para el fin de anular al artista y anular el gusto del espectador toma sentido si señalamos el carácter radical detrás del gesto, anular la subordinación que ellos son es anular cualquier sentido posible que devuelva a la subordinación de ser únicamente un sujeto, cabría preguntarse entonces que valor habrá que trasgredir para superar esa subordinación, en un mundo donde el hombre no se identifica más con los dioses, ni con los animales, parece que las únicas cosas que otorgan sentido al sujeto son las fabricadas; el peón ha devenido rey al ser el portador del ultimo valor que da sentido al mundo del sujeto, es entonces a él a quien habrá de dirigir Duchamp su jaque en la partida contra el sujeto.

Jaque al peón: El sacrificio de lo útil

Yo te retiro víctima, del mundo en que estabas y no podías sino estar reducida al estado de una cosa, poseedora de un sentido exterior a tu naturaleza intima.

Georges Bataille

La experiencia en tanto conocimiento de lo posible más allá de los sentidos otorgados por la instrumentación parece ser una intención compartida entre Bataille y Duchamp, ambos siguen una metodología que insubordina al pensamiento mediante el propio pensamiento,[29] lo que lo conduce a un estado de a–significación, en la que los signos sin embargo persisten, esta persistencia que no se agota en lo material, conduce al hombre a buscar el sacrificio del sujeto: “para liberarnos verdaderamente experimentamos a menudo la necesidad de ir más lejos, hasta el sacrifico del sujeto”[30]; si el sujeto es producto de la conciencia, el sacrificio ha de efectuarse entonces en el plano simbólico de la utilidad, ultimo valor aceptado como principio del Ser una vez que se ha aceptado “La muerte de Dios” y el sujeto se enfrenta solo a su conciencia, último reducto que le permite diferenciarse y permanecer en un mundo sin otro sentido que la conservación.

El sacrificio del aspecto de cosa mediante la destrucción simbólica que no aniquila al Ser del objeto es una restitución de la dignidad soberana arrebatada por el abuso del principio de utilidad a las cosas. Bataille señala que la poesía, en su liberación del sentido, repara el abuso hecho al lenguaje,[31] de manera similar el ready–made repara el abuso hecho a las cosas, el abuso al principio de utilidad requiere de la compensación simbólica del Ser arrebatado. En ese mismo texto se señala: “Ante cada elemento que el hombre absorbe (para su provecho) fue experimentada la obligación de confesar el abuso que comete con ello (…) El sentido del sacrificio es mantener tolerable —viva— una vida que la avaricia necesaria encamina sin cesar hacia la muerte”.[32]

Las operaciones que conducen en cada caso a la experiencia soberana se conducen por un principio intransigente de reducir al Ser al carácter de cosa, en ambos casos el Ser se expresa por vía del sacrificio como silencio, sus operaciones son ontológicas sin pretender fundar una Ontología, misma que instrumentaría la intención soberana al otorgarle un sentido distinto al de “lo Neutro”, es decir, del conocimiento cercano a lo inmanente, los medios son en cada caso distintos. Para Bataille, los objetos propicios para el sacrificio se encuentran arraigados en una ontología del cuerpo, en Duchamp en la Idea, desde ambos frentes se combate la concepción metafísica del ser. Bataille elige el “bajo materialismo”, los objetos más prosaicos, en los que la violencia que implica la contemplación de lo repulsivo es tan contundente que alcanza la a-significatividad, y en ese movimiento nos atraen para disolvernos. Duchamp elige como objetos sacrificiales los más inocuos, los que en la escala jerárquica de los objetos parecen ocupar el lugar más alejado de los valores reinantes, y que por su familiaridad y cercanía nos parecen incapaces de efectuar la inversión del sentido. En la operación soberana del sacrificio Duchamp no otorga concesiones: la partida debe continuar hasta que el ultimo peón (el ser cuyo sentido entero consiste en servir) haya sido sacrificado sobre el tablero de lo posible.

 

Bibliografía

  1. Bataille, Georges, El Erotismo, Tusquets, México, 1997.
  2. ______________, La experiencia Interior, Taurus, Madrid, 1986.
  3. ______________, La noción de gasto¸ incluido en La conjuración sagrada, Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2003.
  4. ______________, Las lágrimas de Eros, Tusquets, México, 2002.
  5. ______________, Lascaux y el nacimiento del Arte, incluido en Diaz de la Serna, Ollé–Laprune, Para Leer a Bataille, F.C.E. México, 2012.
  6. ______________, Sobre Nietzsche, Voluntad de suerte, Taurus, México, 1972.
  7. ______________, Teoría de la Religión, Taurus, Madrid, 1991.
  8. Benjamin, Walter, Ensayos Escogidos, Coyoacán, México, 2012.
  9. Blanchot, Maurice, El paso (no) más allá, Paidós, Barcelona, 1994.
  10. Paz, Octavio, Apariencia Desnuda, La obra de Marcel Duchamp, Era, México, 2008.

 

Notas

[1] Paz, O., Apariencia Desnuda, ed. cit., p. 31.
[2] Ibid., p. 87.
[3] Duchamp citado por Paz en ibid., p. 87.
[4] “En la inmanencia primera no hay diferencia posible antes de la posición del útil fabricado”. Bataille G., Teoría de la Religión, p. 42.
[5] Lascaux o el nacimiento del arte, El Erotismo, Las lágrimas de Eros, Teoría de la Religión.
[6] Bataille, B., Teoría de la Religión, ed. cit., p. 31.
[7] Cap. VII “Matar y Sacrificar” p. 86 y ss.
[8] Bataille, G., La noción de Gasto, ed. cit., p. 114.
[9] Ibid., p. 118.
[10] Segunda parte: La Religión en los límites de la razón (Del orden militar al crecimiento industrial), p. 69 y ss.
[11] Bataille, G., Matar, cazar, hacer la guerra, en El Erotismo, ed. cit., p. 75 y ss.
[12] Bataille, G., La Experiencia Interior, ed. cit., p. 47.
[13] Paz, O., ed., cit., p. 37.
[14] Bataille, G., Teoría de la Religión, ed. cit., p. 33.
[15] Paz, O., ed., cit., p. 31.
[16] La Aufhebung hegeliana, sobre la relación entre esta noción y “lo Neutro” v. Blanchot, M., ed., cit., p. 105 y ss.
[17] Georges Bataille, La Experiencia Interior, ed. cit., p. 155.
[18] Sobre la “poética del Shock” como instrumento anulador de la conciencia véase Benjamin, W., en ed., cit.
[19] “Solamente el pensamiento violento coincide con el desvanecimiento del pensamiento”: Bataille, G., La Experiencia Interior, ed. cit., p. 206.
[20] Bataille, G., La Noción de Gasto, ed. cit., p. 115.
[21] “Desalojado, fuera de su contexto original – la utilidad, la propaganda o el adorno – el ready–made pierde bruscamente todo significado y se transforma en un objeto vacío, en cosa en bruto”. Paz, ed., cit., p. 34.
[22] Bataille, G., La Noción de Gasto, ed. cit., p. 116.
[23] Ibid., pp. 116, 117.
[24] “Nos produce lo que yo llamaría, parodiando a Duchamp, horror de indiferencia…” Paz., O. ed., cit., p. 85.
[25] Bataille, G., La noción de Gasto, ed. cit., p. 117.
[26] “El acto de Duchamp arranca al objeto de su significado y hace del nombre un pellejo vacío: el portabotellas sin botellas.”: Paz, O., ed., cit., p. 35.
[27] Bataille, G., La Experiencia Interior, ed. cit., p. 194.
[28] Ibid., p. 142.
[29] “Principio de la experiencia interior: salir merced a un proyecto del dominio del proyecto”. Bataille, G., La Experiencia interior, ed. cit., p. 55.
[30] Bataille, G., La Experiencia interior, ed. cit., p. 158.
[31] Ibid., p. 156.
[32] Ibid., pp. 140-143.